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En mi estadía en Israel, sentí una una curiosidad en cuanto a la agricultura, quería saber donde podía encontrar buenos productos en un mercado de frutas. Me he dado dado cuenta, que el simple hecho de comer y producir es un cumplimiento de la promesa de Dios y la profecía de Ezequiel, es lo que mas me llamo la atención.
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Y daré bendición a ellas y a los alrededores de mi collado, y haré descender la lluvia en su tiempo; lluvias de bendición serán. Y el árbol del campo dará su fruto, y la tierra dará su fruto, y estarán sobre su tierra con seguridad; y sabrán que yo soy Jehová, cuando rompa las coyundas de su yugo, y los libre de mano de los que se sirven de ellos. Ezequiel 34:26-27
Decidí comprar una casa en Israel, pensé enseguida que debíamos arreglar el patio, no solamente con arboles, sino también con otras que mostraran la Bendición de la Tierra. Ante, solamente en Israel tenia mas arboles en el siglo XXI a comparación del siglo XX, actualmente tenemos: cereza, albaricoque, lima, limon, manzana, ciruelo y una vid. Durante esta época, hemos visto el cumplimiento de la promesa escrita en Ezequiel, Solamente hemos comido cerezo, y por ahí debemos cosechar albaricoques. Mas de 1,000 gemas dulce producido nuestro albaricoque, después en dos meses, podremos recoger las uvas y las ciruelas. Para no desperdiciar la Bendición, juntamos las hojas de parra, y haremos unas hojas de parra rellenas.
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Siempre medito en las Bendiciones que Dios reencarno en estos arboles para su pueblo, cada día viendo la Tierra entre mi casa y Belén, así de cerca vivo este milagro no solo con las frutas sino con todos los que viven acá.
Mark Twain, visto Israel en el año 1867, y describió sus expresiones en The Innocents Abroad, donde afirma que era un país totalmente desolado, sin frutos y vegetación. Israel era un país desolado, pero su Tierra era rica.
Actualmente el milagro del Israel moderno confirma no solamente la Bendición de Dios, también asevera la pregunta retorica de Robert F. Kennedy: “el hombre ve las cosas como son, y preguntan porque, en cambio yo veo cosas que nunca habían y pregunto porque no”. Israel ha recibido el regalo de la Tierra pero también vio la promesa en la Tierra. Obtenemos el privilegio de no solo ser herederos de la promesa de Dios, sino también su socio.
Como Israelíes y judíos, no nos detenemos ahí, confirmamos el mandato Bíblico mejor conocido como la separación de terumah y maaser del producto de la Tierra (Números 18). Ocurrió en la época cuando el templo aun estaba de pie, y las ofrendas se distribuyeron de manera especifica a los Kohamin (Sacerdotes), Leviim (Levitas) y los pobres. Hoy día el templo no se sostiene y no traemos ofrendas allí, es decir terumah y maaser no se distribuyen ni se consumen en Jerusalen.
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Cada siete años vemos el año shmita, sin olvidar el año sabático biblicamente ordenado, durante el cual la tierra se mantiene en barbecho y en actividad agrícola, como arar, plantar,podar y cosechar esta prohibido ese día. Este mandato bíblico es mencionado y se les recuerda siempre, como también “Sembraras tu tierra durante seis años y recogerás sus productos, y el séptimo año la dejaras descansar y permanecer en el barbecho; para que los pobres de entre el pueblo puedan comer y lo que dejan las bestias del campo puedan comer “(Exodo 23:10-11). Acerca del Shmita también se habla en Levítico 25:20-22 y Deuteronomio 15:1-6.
Algo tan simple como consumir una ensalada nos conecta a la tierra, a la Biblia y a Dios todos los días. Como ocurrió con Moisés en (Números 14:7) y hablaron a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera buena.
Desde recoger una racimo de albaricoque, no solo solo disfrutamos del fruto de la tierra que Dios prometió, al mismo tiempo nos prospera y nos bendice por estar aquí. Es como si el profeta Ezequiel hubiese venido y hubiera invocado esta Bendición.
Fuente: End Times Headlines
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