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Calaveritas dulces y tequila, son unas de las cosas que mas se consumen en la fiesta de los muertos .
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Por tradición, los 2 de noviembre, “a la calavera se le adora y se le abraza”, comento Octavio Paz, en una de estas festividades llena de colores. Es un momento para recordar a sus familiares fallecidos.
Según Atetzka, “Cuando estamos muertos, ya no valemos nada, volvemos a la esencia primigenia. Es decir trascender. Todos debemos hacer conciencia de la finitud, si te olvidas de eso la muerte sera difícil, dolerá mas”.
Tiene por costumbre, que los 21 de octubre son para rendirle tributo a sus ancestros en el patio de su casa, su rito es llamado “Tezcatlipoca”, que quiere decir “el señor de la vida y de la muerte”, tradición prehispánica, en donde pueden decidir si sus restos podría servir de abono en un árbol o reencarnar en un pájaro.
Unas de las promotoras de lectura y “bruja”, también acostumbra a armar un altar, y compra una calaverita por 15 pesos (0,80 centavos de dólar) porque su hermano murió recientemente.
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Los artículos que se utilizan para dicha festividad, son las flores, las veladoras, sal, azúcar, las calaveritas y los platos que a los muertos les gustan.
Los cuatro rumbos
Por lo general, Atetzka, arma su altar con la tradición Tezcatilpoca y lo abre por nueve días para que los hogareños lleven presentes a sus muertos.
De acuerdo al rito, cada sección representa un rumbo: el del oriente es el de los ciclos naturales y representa lo físico, lo indispensable, por donde oculta el sol, viene siendo el del instinto, de lo necesario, al sur esta el rumbo de los guerreros que significa “el de la voluntad, lo emocional y lo deseable”, y por ultimo, al norte, conciencia, lo energético.
El Viaje al Mictlán
Norbert Elias, sociólogo judío, explico que la muerte es un problema para los vivos. En cambio en México lo toman con importancia. “Le comprar tabaco, y el mezcal para la visita del anima del ser querido muerto”.
Incluso, en algunos pueblos del Istmo de Tehuantepec, comunidades indígenas no solo veneran a los suyos, sino también a los difuntos que no tienen altar. Le ponen una bolsa para las ofrendas.
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El Mictlán, es “la región de los muertos”, es como el noveno piso del inframundo al que descienden los que fallecen por causas naturales. El animado del difunto debe recorrer obstáculos guiado por un perro sin pelaje llamado “itzcuintli” después se presentan ante los dioses Mictlantecutli, quienes mandan en ese lugar.
Somos los que fuimos
“Desde un concepto antropológico, para nosotros estas festividades es la que nos muestra lo que somos: no podemos hacer nuestras vidas sin nuestros ancestros, sin lo que fuimos”.
Tras los fuertes sismos, estas personas tienen velas puestas y en el piso pétalos de rosas, para el anima de los difuntos, el incienso es para alejar los malos espíritus, la sal para que sus cuerpos no se corrompan, cigarrillos, mezcal, tequila, frutas, la idea es como dice la canción: “el muerto venga gozando”.
Fuente: RT
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