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Jerusalén, circunscrita por muros desde que era una pequeña aldea habitada por los jebuseos hace miles de años, al fin decreta su destino profetizado como una ciudad sin muros, una realidad que parecía casi imposible hasta tiempos muy modernos.
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Numerosos muros antiquísimos han sido descubiertos por arqueólogos que cubrían las profundidades del pasado de Jerusalén, incluyendo un muro de 7 metros de ancho del primer período del Templo que se encontró debajo del barrio judío moderno. El enorme muro fue construido para apuntalar las defensas septentrionales de Jerusalén en vista de la inminente invasión por el rey asirio Senaquerib, pero también es testimonio de la estrategia necesaria para defender una ciudad topográficamente inferior a las montañas que la rodean.
Habría sido impensable en esta etapa imaginar una Jerusalén sin muros. David, rey de Israel, oró para que Dios mantuviera los muros de su capital, pidiendo:
Haz bien en tu favor a Tzión; Construye las murallas de Yerushalayim. (Salmos 51:20)
Los muros de Jerusalén fueron destruidos por los babilonios cuando sucedió la destrucción del primer templo, sin embargo inmediatamente luego de que los judíos regresaran a Sión, su tarea inicial era erigir muros alrededor de Jerusalén. Nehemías explica en detalle la construcción de este muro (Nehemías 3: 1-32), así como los intentos de los samaritanos de menospreciar el muro y perjudicar su construcción. (3: 33-35).
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Estos intentos derivaron a una proeza notable de la construcción que era intentada por Nehemias, con los trabajadores que sostenían sus martillos y cinceles en una mano y sus espadas en la otra para prevenir el enemigo de aprovecharse de la pared inacabada.
Es contra este telón de fondo que el profeta Zacarías predijo de que Jerusalén algún día sería desamparada.
Yerushalayim será habitada sin muros por la multitud de hombres y ganado en ella. Porque yo diré que Hashem será para ella un muro de fuego alrededor y seré la gloria en medio de ella. Zacarías 2: 8-9
Con semejante lucha para completar la construcción del muro y su necesidad tan evidente, parecía totalmente imposible imaginar una ciudad habitada de manera defendible sin muros que la rodearan. Es por eso, incluso en épocas posteriores, Jerusalén permaneció como una ciudad amurallada y el estatus de la muralla fue halakhically (adherirse a la ley judía) considerado por el requisito de comer ciertos diezmos y sacrificios dentro de los muros de Jerusalén.
En lo último del período del Segundo Templo, con Jerusalén creciendo y extendiéndose más al norte más allá de las paredes originales, se construyó una segunda muralla fortificada al norte, que tenía 14 torres según el historiador Josefo, así como un foso delante de él. Más adelante, durante la vida de Jesús, se construyó una tercera muralla que estira la ciudad aún más al norte.
En las generaciones posteriores, Jerusalén fue renombrada, repoblada y despojada de sus muros, no obstante a los judíos no se les permitió entrar en la ciudad por los conquistadores romanos. Las murallas de Jerusalén fueron levantadas una vez más en un pobre intento de protección contra los invasores sasánidos, musulmanes y cruzados, sin embargo Jerusalén no creció más allá de sus fronteras, ni siquiera cuando obtuvo influencia en tres religiones.
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Suleimán el Magnífico restauró las murallas de Jerusalén en 1536 y han soportado la prueba del tiempo, pero fue hace sólo 150 años que los judíos empezaron seriamente a contemplar el establecimiento de barrios y comunidades fuera de las murallas.
Era el sueño de un judío, Joseph Rivlin, de ser el arquitecto del cumplimiento de la profecía de Zacarías. Rivlin, descendiente de los asentadores de la comunidad ashkenazi en Jerusalén, tenía deseos no sólo escapar de las condiciones de vida atestadas y miserables en la Ciudad Vieja, sino ademas estar rodeado de “las paredes de fuego” previstas por Zachariah.
Era un soñador práctico y se dedicó a mantener el barrio de Nahalat Shiva junto con otros seis amigos. El único problema era que ninguno de esos amigos estaba dispuesto a vivir en el vecindario. Con ladrones armados y animales salvajes abundando y sin paredes de fuego visible, Rivlin fue el único alma valiente que se atrevió a trasladarse allí.
En la actualidad, en un claro cumplimiento de la profecía improbable de Zacarías, sólo el 5% de la población de Jerusalén 800.000 conviven hoy dentro de las murallas, el restante 95% se extienden por un vasto área municipal. Aunque la “pared de fuego” de Zacarías no es visible a simple vista, pocos creyentes podrían negar que la moderna Jerusalén, sin muros, tan solo en virtud de su bendita continuidad, está protegida por la gracia Divina.
“Dirige a este joven diciendo: Yerushalayim será habitado sin muros por la multitud de hombres y ganado en él. Porque yo diré que Hashem será para ella un muro de fuego alrededor y seré la gloria en medio de ella. “Zacarías 2: 8 (La Biblia de Israel ™)
Fuente: Breaking Israel News
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