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Viernes Santo, el día en que Jesús fue clavado en una cruz y sufrido por nuestros pecados. Fue entregado a sus enemigos por uno de sus amigos más cercanos.
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Muchos de nosotros dicen que nunca haríamos eso.
Pero, ¿qué llevó a Judas Iscariote a traicionar a su Salvador?
“¿Por qué Judas se volvió contra Jesús y prometió traicionarlo? Después de todo, él había sido uno de los doce discípulos de Jesús, y él había escuchado sus enseñanzas y visto sus milagros, simplemente no tiene sentido”, le preguntó un lector a Billy Graham.
Y Graham respondió:
No, lo que Judas hizo no tiene sentido; El mal nunca lo hace. Sí, había estado con Jesús en todo su ministerio, viendo de primera mano la evidencia de que Jesús era el Hijo de Dios. ¿Cómo podía darle la espalda?
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Y sin embargo, Judas rechazó deliberadamente la evidencia. En cambio, en secreto buscó a algunos que se oponían a Jesús, y prometió llevarlos al lugar donde Jesús y sus discípulos se quedaban. A cambio, le pagaron treinta monedas de plata (que equivalían a unos cuatro meses de salario), y una noche cumplió su promesa, revelando en la oscuridad quién era Jesús saludándolo con un beso.
Inmediatamente se apoderaron de Jesús y lo llevaron a ser condenado a muerte.
¿Qué motivó a Judas? ¿Fue la codicia, como algunos han sugerido? Eso puede haber sido parte de ella; La Biblia nos dice que en secreto robó parte del dinero que la gente dio para apoyar a Jesús y a sus discípulos. ¿Fue porque quería que Jesús ganara poder político, pero se desilusionó porque se dio cuenta de que no iba a suceder? Una vez más, esto puede haber estado en su mente.
Pero la verdadera razón es mucho más profunda. El mal se había apoderado de su alma, y en lugar de enfrentarse a ella y de arrepentirse de ella, le permitió crecer y crecer. Trágicamente, lo mismo nos puede pasar. Durante esta temporada de Pascua, enfrenta honestamente tu necesidad de Cristo, y abre tu corazón y vida a Él. Su invitación es para ustedes: “Venid a mí, todos los que trabajáis y sois fuertemente cargados, y yo os daré reposo” (Mateo 11:28)
Fuente: Charisma News
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