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Lauran Bunting, joven estudiante jamás imaginó que el hombre con quien salía, el cual le mostraba gran respeto, terminaría violándola, quedando embarazada y en estado de shock. Lauran devastada no pudo ocultar su embarazo a sus padres, pero decidió no contarles que había sido violada por verguenza. “Mi padre dijo: Tienes que abortar”, explica Lauran.
“No recuerdo jamás haber llorado tanto en mi vida.” No creía que el aborto fuera lo correcto; así que sus padres decidieron que debería dar en adopción al bebé y ella aceptó. A sus 12 semanas, ya había una pareja que quería adoptarlo. Pero cuando salía de hacerse un ultrasonido, unos voluntarios se acercaron y le entregaron un clavel junto con las palabras de Jeremías 29:11:
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“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”.
Lauran no pudo contener las lágrimas, sabía que esto era una señal de Dios; Él estaba hablando con ella. Entonces tomó la decisión de quedarse con el bebé. No sabía cómo iba a hacerlo, pero estaba decidida. Finalmente les contó a sus padres su mal episodio y ellos supieron comprenderla.
Lauran perseveró y se graduó, dando a luz a su hija Isabella. Hoy en día, Isabella es de 5 años de edad y es la adoración de sus abuelos. “Dios no solo cambió mi corazón, sino también el de mi familia”, dijo Lauran. Isabella sabe que tiene un padre por ahí, pero que sobretodo Dios es su padre, y él será el mejor padre que jamás podría tener. “Esta es la bendición más difícil que he tenido alguna vez”, dice Lauran, “y no lo cambiaría por nada.”
Fuente: Impacto Evangelístico
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